Dos modos de entender la justicia y el derecho (materiales de trabajo)
Peter Singer, y su concepción de la persona
El concepto de PERSONA que manejamos no es unánimemente compartido por todos, desgraciadamente. De hecho, cada vez es más frecuente prescindir del término (y el concepto), para volver la concepción precristiana de "individuo de la especie humana". Pero la historia demuestra que cuando se desanda un camino ya andado nunca se vuelve a la posición de partida, aunque sin duda alguna se retrocede. Eso es lo que sucede en este caso de un modo evidente. La concepción que la filosofía griega tenía del ser humano, aun sin la aportación de la Revelación, era de una altísima dignidad, hasta el punto de que la reflexión filosófica nació del reconocimiento y reflexión sobre ése misterio que es el hombre: "Muchas cosas asombrosas existen y, con todo, nada más asombroso que el hombre" (Sófocles, Antigona 332-333). Pero entonces estaba anclada en una mirada capaz de atravesar la apariencia, y alcanzar la realidad, de un modo muy verdadero. A esa mirada metafísica le acompañaba una actitud moral que el hombre contemporáneo hace tiempo que ha perdido.
Para muestra un botón: adjunto una entrevista publicada por el Mundo al filósofo Peter Singer, profesor de bioética de la Universidad de Princeton, en el que se manifiesta de un modo muy explícito sobre el valor de los seres humanos, y sobre algunas consecuencias que se extraen de esa concepción: Entrevista Peter Singer.
Para quien quiera leer más sobre las posiciones utilitaristas de Singer, es útil este enlace: Peter Singer.
La concepción cristiana de la persona
En todo caso, creo que más allá de las palabras del propio Singer, y lo que hemos visto sobre la concepción de persona que se genera en la tradición cristiana, vale la pena dar un paso más, y mostrar que la Revelación cristiana aportó mucho más que luz a la inteligencia del hombre, aportó su Gracia. Y para que pueda entender lo que digo os pongo un vídeo y os adjunto un artículo.
En ambos se puede ver, por un lado, que el valor de la persona sólo se muestra a quien sabe mirar. Y, de otro lado, que la vía para desvelar ese misterio es el amor. En este sentido, el problema a propósito del valor de los enfermos o minusválidos, no está en ellos (no son ellos los que tienen que probar que su vida es valiosa) sino en quien no es capaz de verlo, de reconocer su valor, el de su vida, y el papel activo que juegan en la salvación de todos.
De ahí la esterilidad de algunas discusiones sobre eugenesia, infanticidio o eutanasia (como propone Singer en su artículo), porque el problema es previo; es un problema que afecta al modo como el sujeto está en la realidad. No entender la sacralidad de la vida, definirla en términos de calidad, y no reconocer el papel que juegan en la vida de los demás, nos juzga mucho más que nuestro comportamiento. Y el juicio está a la vista de todos: mídase cada uno (el juicio que cada uno tiene de las personas con minusvalías graves) con lo que esta abuelita dice de su nieto, y diga qué es más justo, más verdadero. Dicho de otro modo, diga cómo le gustaría que le mirarán los demás.
Y es importante que no pase desapercibido lo que muchos podrían objetar: que el valor de estas personas no está en ellos, sino en el interés y cariño que quienes le quieren ponen en él. No se trata de eso, sino que se trata de desvelar la realidad, no de figurarla por el sentimiento que nos provoca. Refiriéndose a aquéllos que sostienen con tenacidad que Dios no existe, un simpatico Cardenal, y fino teólogo, Giacomo Biffi, señalaba que no es posible afirmar la inexistencia de algo (salvo que repugne metafísicamenete), eso sólo lo puede hacer Dios, que habiendo creado todas las cosas sabe cuáles no existen, porque no las ha creado. Lo que no conocemos, no podemos afirmar que no exista, sino a lo sumo que no nos consta. Eso mismo, que es de sentido común, se puede decir de las cosas que unos ven y otros no: cuando alguien no ve algo, que otro sí ve, por supuesto que el problema puede ser una alucinación, pero es poco probable, en general hay que afirmar que el problema está en quien no ve, en quien no es capaz de ver (o no quiere ver) lo que otro sí puede ver.
Esto es lo que sucede en estos casos.
Esa mirada, que procede del amor, y la fuerza que concede la Gracia para sostenerla y vivir así, es lo que va de la concepción cristiana de la persona a la concepción utilitarista.
Por su parte, el artículo pertenece a el suplemento de Crónica del el diario El Mundo, de su edición de 12 de octubre de 2012. Cuenta una historia sencilla, parecida a la anterior, de amor y cuidado por los más necesitados, los más frágiles y vulnerables de todos. A partir de una religiosa, que los supo mirar, que que reconoció en ellos, no sólo su valor infinito, sino también el papel que jugaban en su vida, y en la vida de todos nosotros: "Esos niños -dice- están en una oración continua, los niños, los pobres, los que sufren, son la salvación".
El hogar se llama La Divina Providencia. Ella, Sor Inés.
Consecuencias jurídica de la pérdida de la dignidad: la pérdida de la libertad, la necesidad de justificar la propia existencia
Una de las consecuencia inevitables, que suele pasar desapercibida, de concebir al ser humano a partir de sus capacidades y no por su valor es la acelerada pérdida de libertad que supone para todos los miembros de esa sociedad. La errónea creencia de que la eugenesia, en cualquiera de sus formas, o la posibilidad misma de intervenir en las fuentes de la vida, tomando decisiones sobre quién merece vivir y quién no, es un ejercicio de libertad que incrementa la libertad de sus miembros se ve inmediatamente desdicha por la realidad: cuando una sociedad se erige en instancia decisoria sobre el valor de la vida humana (y la protección que merece), todos pierden libertad, todos.
La primera manifestación de esa pérdida de libertad se expresa en la necesidad que todo sujeto experimenta (o puede llegar a experimentar) de tener que justificar su derecho a existir. Los afectados por minusvalías y las personas que les quieren se ven obligados ante los demás a explicar las razones de por qué cuidan de una persona que la sociedad no concede el derecho a existir. Y algo tan elemental y natural como acoger la vida que llega no sólo se convierte en un ejercicio heroico, sino irracional, del que hay que dar motivos. Sorprendentemente, se invierte la presunción.
Islandia y Dinamarca ya han conseguido que no nazca ningún niño diagnosticado con síndrome Down, y EE.UU. e Inglaterra han exterminado al 90 % de los diagnosticados en el seno de su madre. Y es cuestión de tiempo que se extienda en todo el mundo. A la derecha les dejo un anuncio que representa por sí solo la medida de la altura moral de nuestra sociedad.
Pero frente a ello se levanta el testimonio de la realidad, al que vale la pena escuchar.
Les dejo un vídeo de 7' que no tiene desperdicio, sobre una audiencia ante un comité del Congreso de los EE.UU. de América en la que intervino un hombre poniendo de manifiesto esta aberración moral e intelectual.

La responsabilidad como paradigma de la acción moral del hombre
Os adjunto un video editado a partir de la magnifica película Saving private Ryan (Salvar al soldado Ryan). Creo que en él se puede ver bien cuál es la naturaleza última de la moralidad humana y cuál es el principio a partir del cual se debe evaluar el valor moral de las acciones.
La trama de la película es conocida, aunque por si alguien no la conoce, se la resumo: durante la Segunda Guerra Mundial el alto mando del ejército de los EE.UU. tiene conocimiento de que tres de cuatro hermanos, hijos de una mujer viuda, han muerto en combate, y que el cuarto está desaparecido en terreno enemigo. Dado lo excepcional del hecho, el máximo responsable del Ejército de los Estados Unidos decide enviar una patrulla en su búsqueda, poniendo en riesgo las vidas de estos soldados para traer a casa a un hombre que no es seguro que siga vivo ni, de estarlo, se le pueda encontrar. En torno a esta misión y las dificultades que surgen, no sólo de orden militar, sino sobre todo suscitadas a propósito de la razonabilidad de lo que se les pide, se desarrolla la película.
Con todo, parte de lo más importante transcurre en los primeros minutos y en el final, porque es lo que da sentido a todo lo demás.
En fin, lo dejo aquí con la esperanza de que sea de utilidad, no sin antes encarecer a quien no lo haya hecho, que vea la excelente película de Steven Spielberg.
Sobre los DERECHOS HUMANOS
Como continuación del tema de la génesis del derecho subjetivo y del Iusnaturalismo racionalista, les adjunto algunos textos sobre los Derechos Humanos de los que nos serviremos en las explicaciones de clase.
Por un lado, algunos textos que permitan entender su estructura y características, así como los problemas en torno a su fundamentación.
Concepto, sujeto y caracteres de los derechos fundamentales. FERNÁNDEZ GALIANO, A. y CASTRO CID, B.
El fundamento de los derechos humanos. FERNÁNDEZ GALIANO, A. y CASTRO CID, B.
De otro lado, una recopilación de las primeras declaraciones de Derechos fundamentales, que nos permite reconocer en su exposición el transfondo filosófico de su formulación: Primeras declaraciones de derechos fundamentales.
El derecho subjetivo: el lenguaje jurídico al servicio de la tiranía de los deseos
Mejor que mil páginas de apretada literatura, un pequeño fragmento de los Monty Python servirá para explicar alguno de los cambios en la concepción jurídica que introdujo el nuevo concepto de derecho subjetivo.