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Gracias a Dios, nadie comienza en la vida solo.
El primer y más elemental deber de justicia es reconocer a nuestros progenitores el débito de la vida. Esa paternidad, y la filiación que funda, no es sólo física, sino también intelectual, moral y espiritual.
Desde estas páginas pretendemos rendir homenaje y dar a conocer las semblanzas de algunos de aquéllos de los que nos reconocemos hijos, y cuyos pasos tratamos de seguir (para no perdernos demasiado).
Quiénes nos inspiran

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